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Historia completa

 “Mas de 80 años de hostelerÍa donostiarra
de la de siempre”

Nuestra historia comienza en el pueblo navarro de Olite, donde el abuelo Blas y la abuela Juana vivían, cuidaban las viñas y atendían su propia bodega.

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En 1942 Blas decidió abrir un despacho de vinos en San Sebastián, en el mismo local de Reyes Católicos donde nos encontramos hoy, en el cual también se vendía vino, al menos desde 1938.

 

Javier, hijo del abuelo Blas, traía el vino cosecha propia desde Olite, en barricas, hasta la misma puerta del despacho de vinos de Blas Vallés.

Al principio, los clientes venían solo a llenar sus botellas de vino para llevar a casa, pero pronto reunirse en el Vallés en torno a un porrón se convirtió en costumbre para muchos.

 

Maleteros de la estación, trabajadores de la zona, estudiantes y vecinos tomaban en txikitos o en porrón, el buen vino navarro que se ofrecía.

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Pronto el abuelo Blas empezó a ofrecer encurtidos y anchoas en aceite como acompañamiento.


 

Joaquín “Txepetxa”, amigo y cliente, pinchó por primera vez los tres elementos que darían forma a una de las mas famosas y versionadas banderillas de nuestra gastronomía: La Gilda.

 

El nombre vendría dado más tarde por las similitudes que muchos encontraron entre el sabor del pintxo y el carácter de la película: “Verde, salada y un poco picante.”

 

Más tarde se hizo instalar una cocina económica, donde los clientes podían calentar las cazuelas traídas de casa y que acompañarían de nuestros vinos.

En el año 51 el abuelo Blas fallecía, dejando, hasta la llegada de sus hijos, el negocio en mano del encargado, Carmelo.

 

Primero vino de Olite con 16 años el abuelo Antonio. Más tarde, su mujer, Carmen.

 

Después se unirá a ellos Jacinto, hermano de Antonio, que llegó con 14 años y repartía primero el vino entre las casas de los clientes con su bicicleta.

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Años más tarde, esa cocina económica se quedaba pequeña, y se hizo instalar una cocina al uso, que daría lugar mas tarde a los primeros guisos en nuestra cocina, muy probablemente de la mano de la abuela Carmen.

 

Los clientes demandaban cada vez mas de nuestra cocina, y por eso, se empezó a ampliar la oferta de productos disponibles.

En ese mismo momento, los primeros jamones llegaban a San Sebastián en un 600, de la mano de Juan Antonio Fernandez Polanco, enviado desde Sevilla para buscar puntos de venta de Jamón de Jabugo 5J.

 

Fuimos tres los establecimientos que primero trajimos este jamón a San Sebastián: Casa Alcalde, La Cepa y Casa Vallés.

 

Como curiosidad, hubo un tiempo en el que nuestra ciudad consumía más jamón de jabugo que cualquiera otra del pais; y todo ese jamón salía de los tres bares mencionados principalmente en forma de bocadillo, pero también al peso, para llevar.

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Recordad que hablamos de una época en que algunos productos no eran tan accesibles como ahora.

 

Entre estos elementos menos accesibles estaba el pan, que no formaba parte de los productos de los que se disponían en el Vallés.

 

Muchos de nuestros clientes de la época adquirían los productos y se los llevaban a casa para consumir. Pero los clientes que querían tomar bocadillo se traían el pan de casa, y se cortaba y rellenaba con el producto elegido y al peso.

 

Pronto se empezó a traer pan a esta casa y pronto también se hicieron famosos nuestros bocadillos. De bonito, de queso y como no, de buen jamón de Jabugo 5J.

Más tarde, los hermanos Vallés decidieron ampliar el negocio y abrieron una sucursal en la parte vieja, en la calle Embeltran, aunque pasados unos años decidieron cerrar este segundo Vallés para centrar sus atenciones en su primer establecimiento, que ampliarían para ofrecer un asador-restaurant en su planta inferior y que se convertiría en uno de los mas exitosos de la ciudad.

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Dos incendios casi destruyen por completo Casa Vallés.

 

El primero, en marzo del 73, se produjo a primera hora de la mañana, y se originó en el entrepiso de la planta superior. El bar, la cocina y el almacén quedaron destruidos, pero afortunadamente los bomberos evitaron que explotasen las bombonas de butano que allí se almacenaban.

 

El segundo, en junio del 86, se produjo a primeras horas de la tarde en nuestro restaurante de la planta inferior, que estaba siendo preparado en ese momento para la reapertura después de las vacaciones.

 

Afortunadamente en ninguno de ellos hubo que lamentar victimas personales y después de un trabajo de limpieza y remodelación se pudieron volver a abrir las puertas con normalidad.

Al fallecer Antonio, hijo de Blas, y retirarse su hermano Jacinto del negocio, Blas y Antxon, hijos de Antonio toman las riendas del negocio familiar. Habiendo aprendido ellos de su padre, no les quedo mas que hacer lo que él mejor sabia hacer: Atender a sus amigos en su casa, siempre con una sonrisa y entorno a un buen plato de comida y algo para beber.

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Los hermanos han sabido adaptar el negocio a las circunstancias y a la demanda de la sociedad, y habiendo centrado sus atenciones en nuestro bar lo han convertido en una parada obligatoria en nuestra ciudad.

 

Mostrando siempre su lado más divertido y festivo, no se saltan una celebración, desde el famoso chupinazo que se celebra cada 6 de julio en la calle Reyes Católicos, pasando por el carnaval, ambientado por nuestros amigos los Bebes de la Bulla, hasta colaborar con todas las campañas de recaudación de fondos e impulsar iniciativas para echar una mano a los que lo necesitan.

Y siempre con la buena excusa de celebrar y de reunirse con clientes y amigos, se han celebrado los aniversarios de esta casa invitando a clientes y amigos a Gildas y Jamón.

 

También con la excusa del aniversario y en colaboración con Intermon Oxfam se vendieron a 3€ 2.000 raciones de pochas de las cuales a las primeras 800 se les regaló una bonita cazuelita con nuestro logotipo.

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A sus manos, mas de 80 años de historia de la hostelería donostiarra de la de siempre.

 

Porque como nos gusta decir a nosotros: “Desde siempre, como siempre”.

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